City Garden


City Garden


El City Garden  dio a Libres grandes boxeadores entre los que podemos contar a Alejo Ayala, Burrito Ruiz, Carlitos Rovira, el peso pesado Junco, un negro porteño que se instaló en esta localidad, y otros montones de boxeadores, podríamos nombrar también mucho antes de que se inicie la actividad del City Garden a cargo de Ito Elialhtt, hermano de mamá, por ejemplo había box en el cine de Giachetti, allí actuaba Ricardo  Montiel, un hombre fuerte, de gran coraje, gran luchador, creo que fue agente de policía y que a veces como no tenía para comprar los guantes, los hacía de lona tipo cotonina, esa lona que se usan en los catres, usaba para entrenamiento y golpear la bolsa. 
Una gran pelea muy recordada fue contra el excelente boxeador Suboficial del Grupo de Artillería 7, de apellido Iturbe, después de 10 intensos rounds le ganó la pelea a Ricardo Montiel, este suboficial tenia sobresalientes condiciones boxísticas, fue una gran pelea pero el libreño no pudo ganarle a este militar bien preparado, pero Montiel que también profesaba de albañil para aumentar el sueldo de policía, que si bien estaba con buen entrenamiento, le podría haber faltado una buena alimentación  para esta exigente y tremenda actividad, fue doblegado después de 10 round que tuvo en vilo a la multitud que se dio cita para esta pelea.   
Otro pesado un negro grandote de apellido Silva, padre de un gran hombre y conocido en la ciudad como Kin Kon. Este boxeador,  un hombre ejemplar, gran estatura de alrededor 2 metros y un peso de 100 kg, que linda estampa, parecía un gladiador, y su presencia en el ring despertaba admiración y respeto. Pero como todos los boxeadores libreños, eran amateur y tenían otras actividades de trabajo para poder vivir y su familia         
En cierta ocasión puedo recordar la pelea que estuvo a cargo de Junco con un enfermero del Hospital San José, de apellido Caballero, un hombre grandote de buena estatura y fuerte pegada, la cosa es que le propusieron la pelea con Junco, algo difícil pero como Caballero necesita el dinero que le ofrecieron buena bolsa, aceptó y se llevó a cabo la pelea una noche de un sábado, el estadio se llenó. 
Empieza la pelea y Junco le lleva a mal traer a Caballero que no acertaba  ninguna trompada que valiera la pena, así iban pasando los round, pegando solamente Junco, hasta que el cuarto asalto Caballero lo espera a Junco y le arroja un gancho de derecha que le da de pleno en la mandíbula de Junco que aparte de elevarse cerca de 10 cm del suelo, cae aparatosamente haciendo vibrar y retumbar el piso de madera del ring, 
Fue tal la trompada que Junco no pudo reaccionar por varios minutos después de terminada la pelea. Se armó un desbande ya que Junco tenía la mayor cantidad de apuestas a su favor y los que apostaron no quisieron ver perder tan feo a su peleador y de esta manera.   
Menos mal que el estadio estaba casi frente del cuartel de policía, así que mediante la rápida intervención policial la cosa no llegó a mayores, pero mi Dios que batahola entre los dos bandos, llovían sillas y mesas por los aires, mientras que mi tío Ito, dueño del City Garden, a los gritos le ofreció revancha tratando de apaciguar de alguna manera al público enardecido.
Lo teníamos al flaco Peua (Oscar Yaya) lo llamaban el pibe de oro por ser muy rubio y buen estilista como boxeador, ganó todas las peleas que realizó, conmigo nunca peleó, una por ser amigos y otra yo tenía algunos kilos más que él.
Nosotros llegamos a ganar todas las peleas y nos dejaba un buen dinero, aparte de comer unos buenos choripanes que hacia el asador de Ito que al otro día le dábamos a mamá. Papá no sabía nada hasta que en la carpintería de Copello, donde trabajaba papá, vino a decirle que “tu hijo el flaquito va a ser un gran boxeador porque tiene un buen estilo y tiene fuerte pegada” ahí se terminó mi carrera boxística.
Papá esperó pacientemente hasta la próxima pelea que fue a mirar por supuesto, y a nuestra vuelta nos esperó con su famoso cinto, que gracias a mamá no pudo pegarnos porque ella me dijo, “Pancho ahí está tu cama en el lugar”, pensé y donde va estar, en el mismo lugar de siempre, y por supuesto que no entramos en nuestro dormitorio que quedaba casi enfrente al dormitorio de los viejos y los cintazos marcaron el aire porque ya nosotros no estábamos más ahí y disparamos para el mandiocal, horas después mamá nos alcanzó unas frazadas para poder pasar la noche bajo el sereno.
Peua siguió peleando y ganando buenos combates, pero ya nosotros no pudimos continuar, cuando íbamos al gimnasio hacíamos guante con los protectores,  sombra y salto de la cuerda.    
Podría nombrar a otros buenos boxeadores como Ramón Montenegro, de 70 Kg más o menos (peso Walter creo), hizo buenas peleas, lo tenía de entrenador a Altamirano, empleado de Teléfonos, Altamirano sí que era profesional de los buenos, su peso cerca de los 75 Kg, técnico, de pegada relativamente fuerte, era considerado el caballero del ring.
Montenegro, un peón del ring, de excelente pegada tuvo varias peleas vibrantes, que aun muy jovencito realizó peleas con boxeadores mayores, pero aún así de buen boxeo y caminador del ring tuvo resultados sobresalientes.
El de fuerte pegada, el negro Méndez, buen boxeador, un peón del ring, de gran temperamento, siempre hacia delante en las buenas y en las malas. Creo que andaba entre los 70 Kilos de puro músculo. 
Lo vi en numerosas peleas, aunque ganando o perdiendo siempre dejó bien sentado su garra, su valentía, tan necesario en este deporte.
Muchas veces presencie peleas y cuando veo que hay un boxeador que no pone lo que tiene que poner, ya deja de ser pelea para convertirse en una lucha sin sabor y sin espectáculo digno de ver, ya se pierde interés y ese hombre no tiene futuro en el box, tiene que buscar una profesión que le brinde perspectivas de acuerdo a sus condiciones.     
Después estaba el zorro Nani, buen boxeador de 65 Kg, pero mañoso como él solo, por eso lo de zorro, en cierta ocasión cuando estaba recibiendo algo de más se tiró al suelo fingiendo nocaut, pero en realidad esperaba la cuenta para de un salto volver a su rincón y retirarse del ring, el lio que se armó fue mayúsculo, pero el zorro ya era conocido y algunos tomaron para la risa.