lunes, 2 de noviembre de 2009

A aquellos Radicales Valientes.

Andando por senderos de cantos rodados y badeando pequeños arroyos, hacemos un alto en uno de ellos y se entrevén pequeñas mojarritas y piedritas de colores que se limpian de la tierra colorada, pero sin perder ese toque ferroso que las deja anaranjadas.

Estamos llegando, mucho calor … agobia, los árboles, plantas y lomas se deforman por el aire caliente que sube y sube.

Tomamos agua, tomamos jugo y seguimos, hacia ese monumento tan alejado de la civilización y allá a lo lejos, tal como se lo conté a mi compadre y a mis hijos, surge en la inmensidad de las lomas Libreñas, el monumento a los radicales Valientes.

Paramos en una estancia donde una “Doña” nos saluda y se pone contenta de nuestro paso,¿Cómo le va Doña?, venimos al monumento, calor no? “¿hace mucho que no llueve?”, La Doña dice: guaa hace como … piensa unos segundos y dice … outubre fue la ultima lluvia juerte, se están muriendo todo lo animale, esta bravo.
Como llegamos hasta allá?, y nos comenta, pasando ese baño de vaca, siga el camino va directo.

Es 27 de diciembre.

Llegamos, ahí está, blanco limpio e inmaculado, esta tan solo en la inmensidad que uno piensa ¿Quién lo limpia?, ¿Quién lo cuida?, esta tan lejos de todo.

Allá a lo lejos, en la bajada de la loma y al fondo se ve el arroyo San Joaquín y mas allá el Río Uruguay y finalmente Brasil.
Lo miramos, hablamos, pensamos y les rezamos un padre nuestro … nos vamos.
Aquellos treinta y pico que cayeron en esa gesta de valientes, justa o no, pelearon, murieron y dejaron su huella en la historia.
Aquellos valientes hoy descansan en las tierras Correntinas, tierra de valientes si la hay. Les hemos rendido un pequeño homenaje, simple.
Hoy, noviembre casi un año después, cierro los ojos, me emociono y lo recuerdo así blanco e inmaculado como el honor de un Correntino.

Quizás es que estoy extrañando mi Paso de Los Libres, pero hoy me levante recordando ese pequeño paseo.

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